Esta técnica milenaria responde a una antigua necesidad humana: la de sentir contacto físico y la de ser acariciado.

En muchas ocasiones el cuerpo no entiende de palabras si no de hechos, más concretamente del contacto con las manos de otra persona.

No son pocas las veces en que un dolor de cabeza desaparece cuando alguien nos coloca su mano en la frente por unos instantes.

Este es el fundamento que hace de los masajes una de las más importantes para que tú te sientas reconciliada consigo misma, más saludable y segura y por tanto, con mayor disposición para caerle bien a los demás.

Dicho en otras palabras, masajear nuestro cuerpo debería formar parte de las atenciones que nos prodigamos diariamente.

Así tendremos una relación más amable con la pareja y obtendremos como compensación al sentirnos satisfechos con nosotros mismos.

En general los masajes proporcionan bienestar psíquico y físico porque:




  • Ayudan a que su piel respire mejor.
  • Distensionan los músculos.
  • Permiten mejorar la respiración epidérmica.
  • Estimulan la circulación de la sangre.
  • Relajan las coyunturas o articulaciones.

Los masajes constituyen un medio ideal para liberarnos del estrés y de la sensación de agotamiento que solemos sentir al final de cada día. No abandone su cuerpo: basta con que le brinde unos pocos masajes cada día para aliviar unas de las causas de malestar y pérdida del encanto personal; tensiones musculares, endurecimiento de la piel, bloqueo de las energías positivas.

Hay pocas cosas que le gusten tanto al cuerpo como relajación proveniente de unos agradables masajes. Por fortuna, las condiciones para hacerlo no son ni costosos ni difíciles: basta acostarse y distensionarse para tener el gran placer de sentir que las manos de otra persona se ocupan de nuestro cuerpo.

Recuerda que la mejor manera de curar es prevenir. Por tanto, no esperes que te aqueje algún problema físico, por ejemplo un dolor de cabeza o cuello, para recurrir a unos tranquilizadores masajes.

Lo ideal es que tú incorpores la costumbre de masajearte como parte de tu rutina, pues ellos le representan seguridad, tranquilidad y mejora de la autoestima.

Todos necesitamos ofrecerle atención a nuestro cuerpo. De manera que no es ningún delito que tú le practiques masajes a otra persona conocidas, aunque sean de tu entera confianza, pero siempre y cuando no haya el riesgo de que esas personas mal interpreten su actitud.

Este es una forma de profundizar un acercamiento afectivo con los demás, de hacerlos sentir mejor, y de demostrar interés por el bienestar mutuo entre dos personas. Tú mismo puedes ofrecerte masajes de pies a cabeza.








Masajes faciales

La frente: este masaje se debe efectuar con movimientos de vaivén horizontal, deslizando los dedos sobre la piel de la frente, a la vez que se entrecruzan ambas manos. El movimiento completo se repite dos o tres veces hasta apreciar el hormigueo que produce la estimulación sanguínea.

El entrecejo: desde el centro del puente de la nariz, se deslizan los dedos en sentido circular y ascendentes hacia el centro y hacia ambos lados de la frente. Este masaje debe ser insistente sobre el mismo trazado para reactivar las capas profundas del tejido cutáneo.

Las sienes: después de trazar la zona de la frente, los movimientos de los dedos descienden hasta el inicio de las sienes, donde se realizan fricciones en forma de espiral. Es muy importante que dichos masajes se efectúen sin desplazar el tejido cutáneo y presionar profundamente.

Las cejas: en este masaje hay que evitar el desplazamiento de la piel. Para ello, uno o dos dedos de una mano sujetan el inicio de la ceja, en su nacimiento junto a la nariz, mientras que la otra mano trabaja deslizando los dedos por la ceja y encima de ella.

Masajes a las manos

Masaje de palma y pulgar: Con el pulgar, masajea las zonas carnosas de la palma, y la base del pulgar. Luego haz girar cada segmento del pulgar del otro, entre el tuyo y el índice.

Manipulación de los dedos: Sujeta el pulgar y luego cada dedo; tira el pulgar y el índice hacia arriba, con movimientos de sacacorchos. Al llegar a la punta, trabaja hacia abajo.

Amasado en la palma: Presiona los nudillos en la palma del otro, debajo de los dedos. Luego arrastra los nudillos de lado a lado, trabajando hacia la muñeca.

Entrelazar los dedos con los del otro, palmas hacia arriba. Haz presión hacia el dorso de la mano del compañero, de modo que la mano se doble hacia arriba.

En los surcos: Empieza por la muñeca y termina en los dedos, pasa la yema del pulgar por cada uno de los surcos que se forman entre los tendones, en el dorso de la mano.

Círculos en el dorso: Sujeta la mano del otro por ambos costados, y traza círculos con los pulgares encima del dorso, incluyendo la muñeca. Ejerce una presión firme pero delicada.

Masajes en las piernas

Cara interna de los muslos: Después de masajearte tus nalgas, tiendete de espaldas y, sin tocar los genitales, acaricia y mime la cara interior de tus muslos.

Cara exterior de los muslos: vuélvete de lado y masajea la parte superior y externa del muslo. Luego rueda del otro lado y repite en el lado opuesto.

Las pantorrillas: Tendido de espaldas, pasa las manos por los dorsos y costados de tus pantorrillas, apretando suavemente con tus dedos y pulgares.

Masaje dorsal

Empuja firmemente con los pulgares hacia arriba a cada lado de la columna, arrastrándolos desde la base hasta la línea del cabello.

La segunda etapa consiste en apretar con el pulgar el espacio que hay debajo del omóplato arrastrándolo luego hacia la axila.

Presiona con los pulgares las protuberancias hacia cada lado de la columna y arrástralos lentamente hacia abajo, hasta llegar a la base de la espalda.

Aprieta la columna por debajo del cuello con los dedos del índice y medio, y luego empuja hacia abajo por los costados de la columna vertebral.

Técnicas de los masajes

Tanto en oriente como en occidente, y sin que hayan diferencias notables de una región a otra, hay cuatro formas básicas de masajear el cuerpo:

Presionando: Consiste en relajar y suavizar la musculatura oprimiendo la zona adyacente a la columna vertebral, el rostro, los brazos, las manos y los pies.

Frotando: Se utilizan las palmas de las manos para deslizarla por el cuerpo, dibujando círculos pequeños y continuos.

Golpeando: Es la forma más común de masajear las nalgas y los muslo, así como los tejidos blandos. Cada masajista aplica determinada fuerza.

Estirando: Esta técnica se aplica en los puntos donde hay mayor concentración de músculos; por ejemplo, el cuello, la pantorrilla, los muslos, los brazos y las nalgas. Suele combinarse el estiramiento con la aplicación de golpes.

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