Los dolores de rodilla deben ser atendidos de inmediato, de otro modo se corre el riesgo de artrosis.

Las rodillas son como las bisagras de una puerta que nos abren los caminos y muchos de los complicados movimientos y amortiguación del cuerpo.

Debes cuidarlas como cuidas la amortiguación del auto y no ir por carreteras descuidadas. De otra manera el dolor en las rodillas será una tortura permanente.

Las rodillas, como articulaciones importantes que son, debido a su localización en el tren inferior, y a su participación primordial en el movimiento de ésta.

Se encuentran reforzadas por distintos tendones y ligamentos, que dotan de seguridad a una zona en la que las cargas y las fuerzas que se producen llegan a multiplicar hasta en diez veces el peso corporal de una persona.





Por lo tanto, para estar preparados para soportar dichas cargas, es básico el refuerzo natural de que disponen.

Además, se trata de una articulación en la que los meniscos, líquido y cápsula sinovial o el cartílago responden de forma óptima a los esfuerzos de solicitación de una zona tan comprometida.

Por este motivo, para asegurar su salud, se deben de buscar medios capaces de desarrollar el fortalecimiento de algunas de estas estructuras, al mismo tiempo que se aumenta la estabilidad de la rodilla mediante el aumento de la fuerza de los grupos musculares que la rodean.

Dichos grupos musculares, en su mayoría, son de un gran tamaño, pudiendo realizar acciones de flexión o extensión con una cantidad de fuerza elevada.

Del trabajo adecuado de dicha musculatura depende en gran medida que la rodilla se encuentre en buen estado o se aumenten los potenciales riesgos de lesión o sobrecarga de ésta.








A partir de estas consideraciones, la actividad física ha de tener presente la importancia de su preparación.

No se puede conseguir un máximo nivel (sea a la escala que sea) si no se desarrolla correctamente una articulación tan esencial como son las rodillas. Así pues, veamos cómo conseguir su trabajo óptimo.

Fortalecer las Rodillas

En un primer momento, es adecuado el fortalecimiento de las rodillas mediante el desarrollo de la fuerza de los grupos musculares que la rodean.

De otra manera, tanto la tendinitis como la artrosis de las rodillas se insinuarán.

Para ello, se aconseja comenzar con actividades que eviten el impacto contra el suelo, esto es, con especialidades como el esquí de fondo o el ciclismo, donde la acción continuada y cíclica.

Además de libre de contactos bruscos con el suelo, favorece un desarrollo muscular con dos cualidades esenciales: por una parte, el carácter aeróbico del esfuerzo (con todas las ventajas que esto supone a nivel cardiovascular, ligamentoso, óseo, articular, metabólico y muscular) y por otra la evolución paulatina pero constante de la participación de estructuras que tienen la posibilidad de irse consolidando poco a poco, evitando su agresión excesiva mediante los impactos que otras modalidades incluyen.

El dolor en la rodillas es por desobedecer las elementales formas de reforzarlas y de hacer los calentamiento y flexiones correspondientes.

En estas primeras etapas, es aconsejable armonizar este tipo de esfuerzos con trabajos de fuerza resistencia, desarrollados mediante bajas cargas y ejercicios donde la articulación predominante sobre la que recae la estimulación es la rodilla.

Artrosis de rodillas

La artrosis de las rodillas se produce generalmente por la falta de esta armonía de esfuerzos, además de no saber flexionarlas al cargar peso.

Es necesario prevenir la artrosis ya que implica un desgaste del hueso y la solución en muchos casos pasa por el quirófano e implantes. Para ello, se debe trabajar y reforzar los músculos que intervienen.

Se pueden hacer entrenamientos con bajos impactos (incluso pudiendo incluir el running-pool (carrera en la piscina, tocando o sin tocar fondo)), se puede realizar una transición progresiva hacia modalidades que incluyan mayor participación excéntrica del músculo.

De la misma manera: sentadillas (siempre comenzando por angulaciones no demasiado exigentes, esto es, evitando llegar a la sentadilla completa), Split frontal sin carga o con cargas bajas, banco de cuádriceps e isquiotibiales, prensa y trabajos de máxima flexión y extensión del tríceps sural (gemelos y sóleo).

Para conseguirlo, se pueden intercalar sesiones de entrenamiento en bicicleta o esquí de fondo, con otras de carrera a pie (muy ligera), esquí de montaña o esquí alpino. Dependiendo de lo que tengas en tu ciudad.

De esta forma, la articulación se va acostumbrando a un esfuerzo más agresivo, donde los impactos son frecuentes, suponiendo por lo tanto una asimilación paulatina de la exigencia variable de unas especialidades frente a otras.

Nunca se debe olvidar el calentamiento, es fundamental para prevenir la artrosis y tendinitis sobre todo.

Aquí, además, se pueden incluir unidos a los entrenamientos específicos de fuerza, ejercicios donde se trabajen los saltos, tanto con un pie como con dos, siempre pasando de menor a mayor carga y teniendo en cuenta que antes de pasar a la siguiente fase, se ha de haber producido un trabajo previo amplio y una asimilación adecuada en cada ejercicio.

De lo contrario, pasar etapas demasiado rápido puede suponer una sobrecarga o lesión indeseable.

Finalmente, es necesario, cuidar la alimentación es otro de los ejes centrales, ya que conseguir el peso adecuado para el entrenamiento o la actividad física libre, supone una exigencia menor sobre las articulaciones del tren inferior, y de forma más importante sobre las rodillas.

De no ser así, incluso un peso ligeramente superior al adecuado, puede supone una exigencia demasiado elevada para las rodillas.

Es conveniente recordar que el ejercicio físico favorece la absorción del calcio por parte de los huesos, originando mayor consistencia ósea y por lo tanto, mejores articulaciones.

De la misma manera, tendones y ligamentos se refuerzan inmediatamente durante los procesos de entrenamiento adecuados. Así pues, todas las necesidades quedan cubiertas y las rodillas fortalecidas desde todos los ángulos de estudio posibles.

Proteger una articulación tan importante como las rodillas tienen sus recompensas. Sobre todo, la de poder disfrutar de la actividad física o del deporte que más motivación te despierta.

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