Los efectos de la radioactividad son para ser considerados, no solo por los acontecimientos de Japón, si no que los efectos de la radiaciones en general los tenemos alrededor nuestro.

Las radiaciones son un tipo de energía que forma parte de la naturaleza, y no todo es dañino. Algunas partículas derivadas de accidentes nucleares como los Chernovil y Japon han llegado a ciudades lejanas a éstas, pero sin consecuencias graves para la población, sin embargo, deben ser siempre observadas por las organizaciones especializadas. Las partículas de Japón han llegado hasta Europa.

Por ejemplo, gran parte del material del suelo del planeta es uranio y las estrellas también emiten radiación, especialmente el sol, y esto se nota de forma notoria cuando se viaja en avión. Al viajar en avión se recibe 70% mas de radiacion que si se estuviera en tierra ya que no existe la protección completa de la atmósfera.

El viaje en avión equivale a los mismos niveles de radiaciones de las personas que trabajan en las plantas nucleares. Si los viajes son muy frecuentes equivalen a tomarse radiografías continuadas. Se calcula que unas 10 a 16 horas de vuelo equivalen a una radiografía.

En el medio ambiente, también se encuentra en aplicaciones artificiales, como la energía nuclear y ciertas aplicaciones médicas (como la radioterapia para tratar el cáncer o los rayos X).

Hay numerosos tipos de partículas en las radiaciones, pero las que más abundan son las de tipo gamma, que atraviesan sin dificultad los tejidos e impactan en el ADN de las células, precisamente donde se produce el efecto más importante, ya que puede provocar mutaciones celulares y dar lugar a diversos tipos de cáncer.

La radiación también se puede inhalar. Esta vía tiene un agravante, porque el elemento químico entra en el cuerpo, puede metabolizarse y permanecer durante mucho tiempo descargando radiaciones.

El plutonio, por ejemplo, se puede fijar en los huesos y los pulmones, llegando a originar diferentes tumores.

Riesgos para la salud

La radiación controlada no representa ningún riesgo. De hecho, las radiaciones conviven con nosotros, en hospitales, en industrias, en ciertos gases que se encuentran en el terreno.

Sirven para tratar el cáncer (radioterapia) y para diagnosticar muchas enfermedades (a través de radiografías, por ejemplo).

Lo que ha pasado en Japón es una situación inesperada e impredecible. Sin embargo, Japón ya estuvo en emergencia en 1999 en la prefectura de Ibaraki. Los accidentes nucleares han ocurrido en casi todos los países tales como Gran Bretaña, EE.UU., Rusia, España, Eslovenia, etc.

Las repercusiones dependen de la distancia a la que se encuentre cada persona, su sensibilidad y, por supuesto, de las dosis y los materiales radiactivos emitidos.





Efectos de la radiación en el organismo

Hay que distinguir en primer lugar entre la exposición puntual a altas dosis (muy por encima de 100 milisieverts), que puede provocar efectos agudos en poco tiempo (como malestar, quemaduras en la piel, caída de pelo, diarreas, náuseas o vómitos), y los daños acumulados, que pueden causar problemas de salud más graves a largo plazo (cáncer fundamentalmente), sobre todo leucemias y cáncer de tiroides.

Estos efectos tienen que ver con la capacidad de las radiaciones ionizantes para provocar cambios en la estructura de las células, es decir, para alterar su ADN; algo que no ocurre con las radiaciones no ionizantes (como las de infrarrojos).

Radiación recibimos normalmente

Como recuerda la Organización Mundial de la Salud (OMS), una persona recibe unos 3 mSv a lo largo de todo el año, el 80% a través de fuentes naturales de radiación (como ciertos gases que puede haber en el terreno), y el otro 20% a través de procedimientos y pruebas médicas, aunque estas cifras pueden variar en función de la geología del terreno.

En algunos países de Europa  se están expuestos a entre 2,4 y 3 milisieverts en todo el año (frente a los 8 a los que se expone la población de Fukushima en Japón), una cantidad inocua o tolerable.








Por debajo de los 100 milisieverts al año (una cifra equivale a dos o tres escáneres), la mayoría de la gente no sufre ningún síntoma. Los ciudadanos de Fukushima en Japón tendrían que estar unas 12 horas expuestos para alcanzar los 100 mSv.

Lo que sí es recomendable es realizar controles médicos periódicos, centrados en la prevención de posibles tumores.

A partir de los 100 mSv pueden aparecer algunos daños en la piel, náuseas, vómitos, problemas respiratorios y, si afecta a mujeres embarazadas, puede ocasionarle al futuro bebé algún tipo de retraso en el desarrollo cerebral.

A mayores dosis, mayores repercusiones en la salud: destruyen el sistema nervioso central y los glóbulos blancos y rojos, lo que compromete el sistema inmunológico y deja a la víctima vulnerable ante las infecciones.

¿Quiénes son más vulnerables a efectos de la radioactividad?

Cuanto más jóvenes, mayor es la sensibilidad a las radiaciones. Su organismo celular se renueva muy rápidamente y si alguna célula se vuelve cancerosa, el tumor se desarrolla con más rapidez.

¿Por qué se administran pastillas de yodo?

Entre los múltiples componentes que pueden encontrarse en un reactor nuclear, uno de los más peligrosos para la salud es el yodo radiactivo.

Este yodo que absorbe el organismo durante un accidente nuclear tiende a acumularse en la glándula tiroides (uno de los órganos del cuerpo más sensibles a la radiación), lo que puede ocasionar casos de cáncer y otros problemas de salud más adelante.

Como recuerdan los Centros de Control de las Enfermedades de EEUU en su página web, el uso de yoduro de potasio (las populares pastillas de yodo) tiene como objetivo precisamente evitar estos daños.

El yoduro de potasio satura la glándula tiroides para que ésta no pueda absorber más yodo radiactivo, por lo que este medicamento también suele utilizarse como tratamiento en el caso de pacientes con problemas de hipertiroidismo.

A pesar de su elevada eficacia para proteger la tiroides si se administra en las primeras horas de la exposición, las pastillas de yodo no protegen otras partes del organismo. Se calcula que Japón ha repartido ya unas 200.000 tabletas de yodo entre la población.

En todo caso, es preferible vivir alejado de las zonas o riesgos de la radioactividad, los accidentes nucleares son impredecibles, pero si podemos estar protegidos si lo prevenimos.

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